Anécdota
¿Qué
es?
La palabra quizá proviene del
francés anecdote, y ésta del griego ἀνέκδοτα que
quiere decir cosas inéditas. Una anécdota es un breve relato que narra un
incidente interesante, entretenido o curioso que le ocurrió a alguien en su
vida.
Características
- Está escrita en primera o tercera persona, de manera indistinta en plural o singular.
- Es un texto básicamente narrativo que se desarrolla de forma cronológica.
- Relata experiencias chuscas, graciosas o cualquier otro asunto.
- En algunas ocasiones las anécdotas pueden motivar a la reflexión, su finalidad de ninguna manera puede considerarse didáctica-moral; pero es una realidad que las experiencias de otros y las propias nos conducen a ser mejores cada día.
- La misión de una anécdota es la transmisión de un suceso que se vivió y es potestad de quien la narra saberle aportar una cuota especial de realidad y emoción para despertar en los otros, en quienes la oyen, empatía.
Estructura
La estructura de la anécdota
es símil a la de cualquier otro relato: introducción, nudo, y desenlace. En la
introducción se introducirán los hechos acontecidos, de manera rápida, en el nudo
se presenta el conflicto central que mueve y representa la tensión de la
historia y finalmente en el desenlace se contará como se resolvió el conflicto
o tema, o que terminó sucediendo al final.
Si bien en la mayoría de los casos, las anécdotas disponen de muchísimo humor, pero no son chistes, o sea, tienen una misión de divertir, de despertar la risa en quien las recibe, sin embargo, tienen otras motivaciones como ser: expresar una realidad general, dejar en evidencia el rasgo particular de una persona y el funcionamiento de una determinada institución.
Por otra parte, la anécdota es muchas veces usada para graficar o explicar una situación a alguien, porque de esa manera más amena se cree que lo comprenderá y asimilará mejor.
Ejemplo
Hablando con unos amigos
después de jugar un partido de fútbol, salió el tema de los milagros, a raíz de
un increíble golazo marcado por uno de nosotros.
Éramos cinco los que
participábamos en la conversación, y tres no creían en los milagros, porque decían
que nunca habían visto ninguno. Pensaban que todo eran habladurías. Entonces me
puse serio, y recordé lo que le ocurrió a mi abuela hacía tan sólo un mes.
Empecé a contarles:
Dos meses atrás, el 26 de
enero de 2006, murió mi abuelo. Así, de repente. Estaba bien de salud,
excepto por su diabetes. Fue un duro golpe para la familia, pues tanto hermanos
como primos y tíos, solíamos pasar mucho tiempo con mis abuelos, en un
apartamento de Oropesa.
Hace 16 años, mi abuelo,
Eladio, le regaló una planta a su mujer (mi abuela), y mi tío hizo un esqueje
(cortó un trozo) en otra maceta que se llevó a su casa. Ninguna de las dos
plantas había echado flores en estos dieciséis años. Pues estaba un día mi
abuela rezando así: “Eladio… yo sé que estás bien. Pero dame una prueba de que
estás en el cielo”
A la mañana
siguiente, mi abuela fue a regar las plantas, y apareció la maceta rebosante de
preciosas flores. Y también, ese mismo día, habían salido flores del
esqueje en casa de mi tío.
Mis amigos quedaron mudos
de asombro, y un escalofrío había recorrido sus espaldas, según me dijeron
cuando se recobraron de la impresión. A mí me ocurrió lo mismo cuando me
enteré, porque había caído un milagro precioso en mi familia.
José Cantero (Benicasim,
Castellón)
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